La sola pretensión de que siempre es posible, entre dos o más partes, llegar a un entendimiento es una marca que señala al mentiroso. Apelar al diálogo como solución es traicionar a los ciudadanos.
Traicionar, porque se esconde que la realidad es conflictiva y en muchas ocasiones contradictoria, y que no cabe dar satisfacción a todas las aspiraciones.
Traicionar, porque se esconde que las cosas deben hacerse, y que se hagan de una manera implica que no se hagan de otra.
Traicionar, porque se esconde que siempre hay alguien (algunos) que toma las decisiones, y que si las tomo yo, no las vas a tomar tú.
Pretenderse conciliador por sistema es necesariamente un engaño. Si las diferencias entre los planes y programas de los grupos políticos fuesen nimias e irrelevantes cabe suponer que no existiría tal cantidad de grupos.
Así, las alianzas y los acuerdos son siempre coyunturales y temporales, limitados en tiempo y espacio. Incluso los grupos aliados en tal o cual proyecto o en este o aquel gobierno siguen siendo adversarios en el resto de puntos. Y mañana volverán a luchar donde ayer se aliaron.
Las alianzas siempre se utilizan para conseguir los fines propios, en la medida en que la correlación de fuerzas lo permite. De ahí que las alianzas "contra natura", aquellas en las que la divergencia en los planes es tal que apenas permite la coordinación de los programas, no duran demasiado ni acaban de buenas maneras. En sentido contrario, si una alianza permanece en el tiempo supone la posibilidad de coordinar programas, y por tanto una menor incompatibilidad en los planes.
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